Como cada año, el 23 de abril, conmemoramos el día internacional del libro y la Lectura. Y de eso hablamos en estos días. Comentamos, recomendamos, leemos. Libros. Montones de papel impresos con palabras pegados en complejas disposiciones. Simbolizan la memoria. Atesoramos en sus páginas el olor de la tierra húmeda de la mañana y los sueños de universos que no existen de otra manera. Borges imaginaba una sola biblioteca, compuesta por todas las que existen y las que están por existir; donde, al final, todas las escrituras son una sola. Una sola gran obra. ¿Y es que acaso no es eso la vida?
Como una especie de bóveda, el libro es el intento de la humanidad por ganarle al tiempo y sus consecuencias. Sin embargo, con todo, es, simplemente un objeto. Es aquí donde me parece importante hacer una reflexión en esta conmemoración. Y es que la lectura, es un fenómeno hermoso, precisamente, porque va más allá del libro. Este, siempre fiel compañero, es, a la vez un espacio que nos contiene, pero también es un muro. Desde que despertamos, miramos el cielo para ver si hace frío o si hace calor. Observamos nuestras sensaciones para saber si estamos sanos y sanas para empezar el día. Leemos los carteles de las calles, escuchamos canciones. Oímos historias entre estudiantes, profesores, madres, padres, amigos y amigas. La lectura es hecho permanente de la vida. Saber hacerlo, no pasa solamente por conocer mil páginas. Implica también reconocer nuestras emociones y expresarlas de manera correcta; interpretar las señales de tránsito con certeza, aprender a escribir expresiones matemáticas…
Somos palabra permanente. Habitamos un mundo de signos a interpretar. Es las más básica de nuestras habilidades y, a la vez, la más desarrollada y profunda. Es el rasgo que nos permite evolucionar y es la clave para entender nuestros orígenes. Nuestra eterna ansiedad por el conocimiento nos empuja, a cada segundo a la lectura, la profunda observación del universo, por medio de la palabra.
Todos los días leemos. Libros. La vida misma. Celebremos hoy, que la vida es intercambiar palabras. Leer, al final, es el encuentro a través del decir. Es la naturaleza misma de nuestra condición humana.